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Tiempo estimado: 4 min.

¿Una marca? ¿Y para qué?

Escrito por

Sergio Díaz

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¿Una marca? ¿Y para qué?

Escrito por

Sergio Díaz

Yo solo quiero un rótulo en mi fachada, una tarjeta de visita y una firma para mi correo de gmail.

Desafortunadamente, a día de hoy y tras 5 años trabajando la divulgación sobre marcas, branding, gestión estratégica… seguimos teniendo reuniones en el estudio que comienzan así, y os asombraría el nivel de las empresas o directivos que pueden llegar a decir esto. No es solo cuestión de personas que acaban de abrir un negocio, si no también de los que llevan con ellos décadas. Aquí llega la hora de remangarse, ponerse el disfraz de Súper Branding y contarle a la mesa la necesidad de controlar la marca que tenemos entre manos, porque efectivamente, la marca ya existe. 

Todo esto siempre lo hago a base de ejemplos, para que al final la fase de divulgar no caiga en saco roto, ¿uno de mis favoritos? Para explicar qué es una marca, utilizo el símil del árbol. 

Un árbol se compone de: Raíces, tronco, ramas, hojas y el conjunto de estas dos últimas hace la copa. Pues siempre explico lo mismo, las raíces son las nuestras y de nadie más; y están ahí, crecen debajo de la tierra, no se ven, pero sin ellas sería imposible (al igual que una empresa sin raíces) unos ideales, un fundador, una idea inicial que comienza con la ilusión de una persona o grupo de ellas creando algo. 

Llegamos al tronco (mi parte favorita) aquí tenemos nuestra MARCA, una marca que nace “sola” pero que podemos hacer que sea más o menos estable, más o menos grande, más o menos gruesa, más o menos potente. Todo árbol tiene sí o sí tronco, otra cosa es como sea este tronco o lo que dure este árbol al paso de las tempestades. Toda empresa tiene marca, otra cosa es si esta marca está controlada o funciona sola con un tronco muy muy débil. Ya sabemos cómo funciona el levante en el estrecho, en los negocios hoy día, el levante es constante.  

Luego tenemos ramas y hojas, esta en los negocios las explico cómo las acciones que hacemos diariamente para comunicar, vender productos, explicar servicios. Esto son nuestros puntos de contactos. Cuanto más fuerte sea nuestro tronco, mejor serán nuestras ramas y hojas… cómo visten nuestros comerciales, si tienen el jersey planchado, cómo conducen, cómo atienden el teléfono, cómo entran en un nuevo negocio, el dossier, su diseño, su copy, el mail o llamada previo a la visita… ramas y hojas. Podemos tener tantas ramas y hojas como se nos ocurran y queramos, y está muy muy bien, pero, ¿qué pasa si tenemos muchas ramas, muchas hojas, y un tronco muy muy finito? Sí, hemos pensado lo mismo, trabajo para el barrendero, toca recoger un árbol caído. 

Todos tenemos marca, ya que la descripción mas fácil y rápida para definir qué es una marca es “Lo que los demás dicen de ti” y quien sea capaz de trabajar esto, para que lo que digan de ti sea lo mismo que quieres que digan de ti… habrá ganado la batalla; llegará al consumidor antes que ese que tiene su marca, su negocio, navegando libremente por los mares de la competitividad… Llegados a este punto, me gusta mucho utilizar otro símil para explicar la competencia que tenemos hoy día con cualquier negocio y lo importantísimo que es conectar con las personas. 

Hagamos un ejercicio y pensemos en que estamos en casa, tranquilos y tenemos que ir a la panadería por las dos barras que todos los días compramos para comer en casa. Bajamos a la calle y recorremos los 5 minutos hasta la tienda que nos vende el pan… y, de vuelta a casa, otros 5 minutos para comer en familia. Ahora bien, han abierto una nueva panadería a 3 minutos de casa… 4 minutos de ahorro cada medio día para ir a por el pan… ¿Qué hacemos?… Vayamos aún más lejos: ponen una panadería a 1 minuto de casa, justo debajo… ¿Qué hacemos?…

El mismo pan, a 8 y 4 minutos menos de la primera y segunda panadería… claramente, cambiamos de panadería. Pero digamos que como Juan, el panadero de toda tu vida que ahora está a 8 minutos de diferencia, ya sabe que te gusta el pan un poco menos hecho, conoce como se llaman tus hijos y siempre tiene un chiste para cuando entras por la puerta… y en las otras, solo es toma tu pan y vamos para casa… Posiblemente no tengas problemas en andar 10 minutos al día para ver a Juan, por que Juan conecta contigo, Juan activa su marca contigo, tiene una diferenciación con el resto y te hace la vida mejor. 

Las marcas están ahí, quieras o no tendrás una, en tu decisión está que esta sea un punto diferenciador de tu negocio; que seas capaz de crear una estrategia para conectar con las personas, que ayudes a la gente de verdad y que, todo lo positivo que generes a partir de esto, sea el premio por realizar algo realmente beneficioso para el mundo. 

¿Suena idílico? Ya son muchos los que lo hacen. Y todavía te preguntas… ¿y para qué?


Yo solo quiero un rótulo en mi fachada, una tarjeta de visita y una firma para mi correo de gmail.

Desafortunadamente, a día de hoy y tras 5 años trabajando la divulgación sobre marcas, branding, gestión estratégica… seguimos teniendo reuniones en el estudio que comienzan así, y os asombraría el nivel de las empresas o directivos que pueden llegar a decir esto. No es solo cuestión de personas que acaban de abrir un negocio, si no también de los que llevan con ellos décadas. Aquí llega la hora de remangarse, ponerse el disfraz de Súper Branding y contarle a la mesa la necesidad de controlar la marca que tenemos entre manos, porque efectivamente, la marca ya existe. 

Todo esto siempre lo hago a base de ejemplos, para que al final la fase de divulgar no caiga en saco roto, ¿uno de mis favoritos? Para explicar qué es una marca, utilizo el símil del árbol. 

Un árbol se compone de: Raíces, tronco, ramas, hojas y el conjunto de estas dos últimas hace la copa. Pues siempre explico lo mismo, las raíces son las nuestras y de nadie más; y están ahí, crecen debajo de la tierra, no se ven, pero sin ellas sería imposible (al igual que una empresa sin raíces) unos ideales, un fundador, una idea inicial que comienza con la ilusión de una persona o grupo de ellas creando algo. 

Llegamos al tronco (mi parte favorita) aquí tenemos nuestra MARCA, una marca que nace “sola” pero que podemos hacer que sea más o menos estable, más o menos grande, más o menos gruesa, más o menos potente. Todo árbol tiene sí o sí tronco, otra cosa es como sea este tronco o lo que dure este árbol al paso de las tempestades. Toda empresa tiene marca, otra cosa es si esta marca está controlada o funciona sola con un tronco muy muy débil. Ya sabemos cómo funciona el levante en el estrecho, en los negocios hoy día, el levante es constante.  

Luego tenemos ramas y hojas, esta en los negocios las explico cómo las acciones que hacemos diariamente para comunicar, vender productos, explicar servicios. Esto son nuestros puntos de contactos. Cuanto más fuerte sea nuestro tronco, mejor serán nuestras ramas y hojas… cómo visten nuestros comerciales, si tienen el jersey planchado, cómo conducen, cómo atienden el teléfono, cómo entran en un nuevo negocio, el dossier, su diseño, su copy, el mail o llamada previo a la visita… ramas y hojas. Podemos tener tantas ramas y hojas como se nos ocurran y queramos, y está muy muy bien, pero, ¿qué pasa si tenemos muchas ramas, muchas hojas, y un tronco muy muy finito? Sí, hemos pensado lo mismo, trabajo para el barrendero, toca recoger un árbol caído. 

Todos tenemos marca, ya que la descripción mas fácil y rápida para definir qué es una marca es “Lo que los demás dicen de ti” y quien sea capaz de trabajar esto, para que lo que digan de ti sea lo mismo que quieres que digan de ti… habrá ganado la batalla; llegará al consumidor antes que ese que tiene su marca, su negocio, navegando libremente por los mares de la competitividad… Llegados a este punto, me gusta mucho utilizar otro símil para explicar la competencia que tenemos hoy día con cualquier negocio y lo importantísimo que es conectar con las personas. 

Hagamos un ejercicio y pensemos en que estamos en casa, tranquilos y tenemos que ir a la panadería por las dos barras que todos los días compramos para comer en casa. Bajamos a la calle y recorremos los 5 minutos hasta la tienda que nos vende el pan… y, de vuelta a casa, otros 5 minutos para comer en familia. Ahora bien, han abierto una nueva panadería a 3 minutos de casa… 4 minutos de ahorro cada medio día para ir a por el pan… ¿Qué hacemos?… Vayamos aún más lejos: ponen una panadería a 1 minuto de casa, justo debajo… ¿Qué hacemos?…

El mismo pan, a 8 y 4 minutos menos de la primera y segunda panadería… claramente, cambiamos de panadería. Pero digamos que como Juan, el panadero de toda tu vida que ahora está a 8 minutos de diferencia, ya sabe que te gusta el pan un poco menos hecho, conoce como se llaman tus hijos y siempre tiene un chiste para cuando entras por la puerta… y en las otras, solo es toma tu pan y vamos para casa… Posiblemente no tengas problemas en andar 10 minutos al día para ver a Juan, por que Juan conecta contigo, Juan activa su marca contigo, tiene una diferenciación con el resto y te hace la vida mejor. 

Las marcas están ahí, quieras o no tendrás una, en tu decisión está que esta sea un punto diferenciador de tu negocio; que seas capaz de crear una estrategia para conectar con las personas, que ayudes a la gente de verdad y que, todo lo positivo que generes a partir de esto, sea el premio por realizar algo realmente beneficioso para el mundo. 

¿Suena idílico? Ya son muchos los que lo hacen. Y todavía te preguntas… ¿y para qué?


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¿Una marca? ¿Y para qué?

Escrito por

Sergio Díaz

Yo solo quiero un rótulo en mi fachada, una tarjeta de visita y una firma para mi correo de gmail.

Desafortunadamente, a día de hoy y tras 5 años trabajando la divulgación sobre marcas, branding, gestión estratégica… seguimos teniendo reuniones en el estudio que comienzan así, y os asombraría el nivel de las empresas o directivos que pueden llegar a decir esto. No es solo cuestión de personas que acaban de abrir un negocio, si no también de los que llevan con ellos décadas. Aquí llega la hora de remangarse, ponerse el disfraz de Súper Branding y contarle a la mesa la necesidad de controlar la marca que tenemos entre manos, porque efectivamente, la marca ya existe. 

Todo esto siempre lo hago a base de ejemplos, para que al final la fase de divulgar no caiga en saco roto, ¿uno de mis favoritos? Para explicar qué es una marca, utilizo el símil del árbol. 

Un árbol se compone de: Raíces, tronco, ramas, hojas y el conjunto de estas dos últimas hace la copa. Pues siempre explico lo mismo, las raíces son las nuestras y de nadie más; y están ahí, crecen debajo de la tierra, no se ven, pero sin ellas sería imposible (al igual que una empresa sin raíces) unos ideales, un fundador, una idea inicial que comienza con la ilusión de una persona o grupo de ellas creando algo. 

Llegamos al tronco (mi parte favorita) aquí tenemos nuestra MARCA, una marca que nace “sola” pero que podemos hacer que sea más o menos estable, más o menos grande, más o menos gruesa, más o menos potente. Todo árbol tiene sí o sí tronco, otra cosa es como sea este tronco o lo que dure este árbol al paso de las tempestades. Toda empresa tiene marca, otra cosa es si esta marca está controlada o funciona sola con un tronco muy muy débil. Ya sabemos cómo funciona el levante en el estrecho, en los negocios hoy día, el levante es constante.  

Luego tenemos ramas y hojas, esta en los negocios las explico cómo las acciones que hacemos diariamente para comunicar, vender productos, explicar servicios. Esto son nuestros puntos de contactos. Cuanto más fuerte sea nuestro tronco, mejor serán nuestras ramas y hojas… cómo visten nuestros comerciales, si tienen el jersey planchado, cómo conducen, cómo atienden el teléfono, cómo entran en un nuevo negocio, el dossier, su diseño, su copy, el mail o llamada previo a la visita… ramas y hojas. Podemos tener tantas ramas y hojas como se nos ocurran y queramos, y está muy muy bien, pero, ¿qué pasa si tenemos muchas ramas, muchas hojas, y un tronco muy muy finito? Sí, hemos pensado lo mismo, trabajo para el barrendero, toca recoger un árbol caído. 

Todos tenemos marca, ya que la descripción mas fácil y rápida para definir qué es una marca es “Lo que los demás dicen de ti” y quien sea capaz de trabajar esto, para que lo que digan de ti sea lo mismo que quieres que digan de ti… habrá ganado la batalla; llegará al consumidor antes que ese que tiene su marca, su negocio, navegando libremente por los mares de la competitividad… Llegados a este punto, me gusta mucho utilizar otro símil para explicar la competencia que tenemos hoy día con cualquier negocio y lo importantísimo que es conectar con las personas. 

Hagamos un ejercicio y pensemos en que estamos en casa, tranquilos y tenemos que ir a la panadería por las dos barras que todos los días compramos para comer en casa. Bajamos a la calle y recorremos los 5 minutos hasta la tienda que nos vende el pan… y, de vuelta a casa, otros 5 minutos para comer en familia. Ahora bien, han abierto una nueva panadería a 3 minutos de casa… 4 minutos de ahorro cada medio día para ir a por el pan… ¿Qué hacemos?… Vayamos aún más lejos: ponen una panadería a 1 minuto de casa, justo debajo… ¿Qué hacemos?…

El mismo pan, a 8 y 4 minutos menos de la primera y segunda panadería… claramente, cambiamos de panadería. Pero digamos que como Juan, el panadero de toda tu vida que ahora está a 8 minutos de diferencia, ya sabe que te gusta el pan un poco menos hecho, conoce como se llaman tus hijos y siempre tiene un chiste para cuando entras por la puerta… y en las otras, solo es toma tu pan y vamos para casa… Posiblemente no tengas problemas en andar 10 minutos al día para ver a Juan, por que Juan conecta contigo, Juan activa su marca contigo, tiene una diferenciación con el resto y te hace la vida mejor. 

Las marcas están ahí, quieras o no tendrás una, en tu decisión está que esta sea un punto diferenciador de tu negocio; que seas capaz de crear una estrategia para conectar con las personas, que ayudes a la gente de verdad y que, todo lo positivo que generes a partir de esto, sea el premio por realizar algo realmente beneficioso para el mundo. 

¿Suena idílico? Ya son muchos los que lo hacen. Y todavía te preguntas… ¿y para qué?


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