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La importancia de llegar el segundo
Escrito por
Alejandro Ortiz
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La importancia de llegar el segundo
Escrito por
Alejandro Ortiz
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Existen multitud de factores que pueden llevarnos al éxito o el fracaso. Entre ellos, hay uno que no siempre se tiene en cuenta y que puede resultar esencial: El Momentum. No voy a pararme a detallar en que consiste (eso da para otro artículo), pero sí que vamos a ver algunos ejemplos de innovaciones que no se dieron en el momento oportuno, aunque abrieron las puertas a los que vinieron después (y sí alcanzaron el éxito).
Todos conocemos/poseemos/deseeamos el iPhone. Es indiscutible su posición como líderes del mercado, pero realmente, la compañía de la manzana no fue pionera en este campo. Los primeros teléfonos inteligentes (producto que combinaba las tecnologías de las PDA y los teléfonos móviles) se dieron lugar durante la década de los 90s entre las compañías IBM y Ericsson. Obviamente, era un producto demasiado adelantado a su tiempo como para calar en la sociedad, pero resulta llamativo como el mismo concepto (mucho más evolucionado) fuera lanzado por Apple veinte años más tarde alcanzando un éxito incomparable y ampliándose con cada nueva generación de iPhone que iba apareciendo cada año.
Y es que, precisamente Apple, ya conocía bien la importancia de llegar el segundo. En 1984, sacaron al mercado (y bajo campañas espectaculares) el que fuera el primer sistema operativo con interfaz gráfica «Macintosh», revolucionando un mundo hasta entonces dominado exclusivamente por líneas de texto; causan un gran revuelo inicial por lo llamativo de la propuesta, pero acabando relegado a un segundo plano por parecer más un producto de entretenimiento que una herramienta de trabajo útil. Seis años después, aparece en el mercado Windows 3.0 de Microsoft, otro sistema operativo con interfaz gráfica pero que resultaba más accesible a la gente, catapultando al éxito a la compañía de Bill Gates.
Pero no penséis que esto es cosa del pasado; hace no tanto, aparecía en el mercado un nuevo medio de transporte, ligero, no contaminante, revolucionario… se trataba de Segway, el primer patinete eléctrico. Era el año 2001 cuando todo hacía indicar que Segway iba a transformar las ciudades por completo, dos años, unas ventas bajísimas y algunos fallos de fabricación más tarde dieron lugar con la retirada total del producto. Hoy en día (y cada vez más) vemos multitud de patinetes, monociclos y otros tipos de vehículos ligeros eléctricos inundando las ciudades, pero Segway apareció en un momento donde ni la tecnología estaba lo suficientemente depurada ni la sociedad lo suficientemente mentalizada para un producto así. Incluso hoy en día podemos estar viviendo otro caso similar con las gafas de realidad aumentada de Google. Ya son varias versiones de Google Glass que han salido al mercado sin terminar de cuajar entre su audiencia. Está por ver si finalmente consigue triunfar o lo hará el segundo.
Por último, una pequeña (gran) curiosidad. ¿Cómo es posible ser el primero siendo el segundo? Esto tuvo lugar en la década de los 60s, durante la Guerra Fría entre EEUU y la URSS. Yuri Gagarin (astronauta soviético) fue el primer hombre en realizar un viaje por el espacio. Esto despertó las alertas en los estadounidenses, que se dieron cuenta de que la carrera espacial resultaba crucial en su «frío enfrentamiento».
Así, aunque fueron los segundos en llegar al espacio, tuvieron una visión más amplia siendo los primeros en llegar a la Luna. ¿Conocéis algún otro caso donde los segundos ganaran la guerra? Ahora seguro que no veis tan clara aquella típica frase de «los subcampeonatos no se celebran»
Existen multitud de factores que pueden llevarnos al éxito o el fracaso. Entre ellos, hay uno que no siempre se tiene en cuenta y que puede resultar esencial: El Momentum. No voy a pararme a detallar en que consiste (eso da para otro artículo), pero sí que vamos a ver algunos ejemplos de innovaciones que no se dieron en el momento oportuno, aunque abrieron las puertas a los que vinieron después (y sí alcanzaron el éxito).
Todos conocemos/poseemos/deseeamos el iPhone. Es indiscutible su posición como líderes del mercado, pero realmente, la compañía de la manzana no fue pionera en este campo. Los primeros teléfonos inteligentes (producto que combinaba las tecnologías de las PDA y los teléfonos móviles) se dieron lugar durante la década de los 90s entre las compañías IBM y Ericsson. Obviamente, era un producto demasiado adelantado a su tiempo como para calar en la sociedad, pero resulta llamativo como el mismo concepto (mucho más evolucionado) fuera lanzado por Apple veinte años más tarde alcanzando un éxito incomparable y ampliándose con cada nueva generación de iPhone que iba apareciendo cada año.
Y es que, precisamente Apple, ya conocía bien la importancia de llegar el segundo. En 1984, sacaron al mercado (y bajo campañas espectaculares) el que fuera el primer sistema operativo con interfaz gráfica «Macintosh», revolucionando un mundo hasta entonces dominado exclusivamente por líneas de texto; causan un gran revuelo inicial por lo llamativo de la propuesta, pero acabando relegado a un segundo plano por parecer más un producto de entretenimiento que una herramienta de trabajo útil. Seis años después, aparece en el mercado Windows 3.0 de Microsoft, otro sistema operativo con interfaz gráfica pero que resultaba más accesible a la gente, catapultando al éxito a la compañía de Bill Gates.
Pero no penséis que esto es cosa del pasado; hace no tanto, aparecía en el mercado un nuevo medio de transporte, ligero, no contaminante, revolucionario… se trataba de Segway, el primer patinete eléctrico. Era el año 2001 cuando todo hacía indicar que Segway iba a transformar las ciudades por completo, dos años, unas ventas bajísimas y algunos fallos de fabricación más tarde dieron lugar con la retirada total del producto. Hoy en día (y cada vez más) vemos multitud de patinetes, monociclos y otros tipos de vehículos ligeros eléctricos inundando las ciudades, pero Segway apareció en un momento donde ni la tecnología estaba lo suficientemente depurada ni la sociedad lo suficientemente mentalizada para un producto así. Incluso hoy en día podemos estar viviendo otro caso similar con las gafas de realidad aumentada de Google. Ya son varias versiones de Google Glass que han salido al mercado sin terminar de cuajar entre su audiencia. Está por ver si finalmente consigue triunfar o lo hará el segundo.
Por último, una pequeña (gran) curiosidad. ¿Cómo es posible ser el primero siendo el segundo? Esto tuvo lugar en la década de los 60s, durante la Guerra Fría entre EEUU y la URSS. Yuri Gagarin (astronauta soviético) fue el primer hombre en realizar un viaje por el espacio. Esto despertó las alertas en los estadounidenses, que se dieron cuenta de que la carrera espacial resultaba crucial en su «frío enfrentamiento».
Así, aunque fueron los segundos en llegar al espacio, tuvieron una visión más amplia siendo los primeros en llegar a la Luna. ¿Conocéis algún otro caso donde los segundos ganaran la guerra? Ahora seguro que no veis tan clara aquella típica frase de «los subcampeonatos no se celebran»
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Todos conocemos/poseemos/deseeamos el iPhone. Es indiscutible su posición como líderes del mercado, pero realmente, la compañía de la manzana no fue pionera en este campo. Los primeros teléfonos inteligentes (producto que combinaba las tecnologías de las PDA y los teléfonos móviles) se dieron lugar durante la década de los 90s entre las compañías IBM y Ericsson. Obviamente, era un producto demasiado adelantado a su tiempo como para calar en la sociedad, pero resulta llamativo como el mismo concepto (mucho más evolucionado) fuera lanzado por Apple veinte años más tarde alcanzando un éxito incomparable y ampliándose con cada nueva generación de iPhone que iba apareciendo cada año.
Y es que, precisamente Apple, ya conocía bien la importancia de llegar el segundo. En 1984, sacaron al mercado (y bajo campañas espectaculares) el que fuera el primer sistema operativo con interfaz gráfica «Macintosh», revolucionando un mundo hasta entonces dominado exclusivamente por líneas de texto; causan un gran revuelo inicial por lo llamativo de la propuesta, pero acabando relegado a un segundo plano por parecer más un producto de entretenimiento que una herramienta de trabajo útil. Seis años después, aparece en el mercado Windows 3.0 de Microsoft, otro sistema operativo con interfaz gráfica pero que resultaba más accesible a la gente, catapultando al éxito a la compañía de Bill Gates.
Pero no penséis que esto es cosa del pasado; hace no tanto, aparecía en el mercado un nuevo medio de transporte, ligero, no contaminante, revolucionario… se trataba de Segway, el primer patinete eléctrico. Era el año 2001 cuando todo hacía indicar que Segway iba a transformar las ciudades por completo, dos años, unas ventas bajísimas y algunos fallos de fabricación más tarde dieron lugar con la retirada total del producto. Hoy en día (y cada vez más) vemos multitud de patinetes, monociclos y otros tipos de vehículos ligeros eléctricos inundando las ciudades, pero Segway apareció en un momento donde ni la tecnología estaba lo suficientemente depurada ni la sociedad lo suficientemente mentalizada para un producto así. Incluso hoy en día podemos estar viviendo otro caso similar con las gafas de realidad aumentada de Google. Ya son varias versiones de Google Glass que han salido al mercado sin terminar de cuajar entre su audiencia. Está por ver si finalmente consigue triunfar o lo hará el segundo.
Por último, una pequeña (gran) curiosidad. ¿Cómo es posible ser el primero siendo el segundo? Esto tuvo lugar en la década de los 60s, durante la Guerra Fría entre EEUU y la URSS. Yuri Gagarin (astronauta soviético) fue el primer hombre en realizar un viaje por el espacio. Esto despertó las alertas en los estadounidenses, que se dieron cuenta de que la carrera espacial resultaba crucial en su «frío enfrentamiento».
Así, aunque fueron los segundos en llegar al espacio, tuvieron una visión más amplia siendo los primeros en llegar a la Luna. ¿Conocéis algún otro caso donde los segundos ganaran la guerra? Ahora seguro que no veis tan clara aquella típica frase de «los subcampeonatos no se celebran»
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